Todo iba mal. Había salido en primera plana en el periódico
local. Todos se habían quedado de piedra cuando le habían encontrado en la
cama. Beth había desaparecido. Bueno, más bien se había largado. Y David parecía
haberse encerrado dentro de sí mismo para no volver a salir. Las ventanas de la
librería estaban cerradas a cal y canto y el contrachapado bajado. Y para más
INRI todo el pueblo se había volcado con el caso de J.J. Todos eran unos
verdaderos idiotas que no entendían nada. Pero él sí. Él lo entendía todo. Nick Elliot encendió un
pitillo y aspiró.
-Maldita sea, hasta muerto llama la
atención.
Pateó una piedra y esta rodó por la
acera. Se perdió bajando la calle, hacia la zona del río, fuera del callejón.
Nick siguió caminando tras la piedra. Llevaba dándole golpecitos toda la mañana
y corriendo tras ella mientras encendía un cigarro tras otro. <<Dioses, no
sé qué narices me está pasando hoy...Tengo la cabeza en otro lado.>> Se
llevó el pitillo otra vez a los labios y volvió a aspirar. Le quemaba la
garganta, pero parecía ser la única cosa que le quitaba el pensamiento de Beth
y de J.J. El guijarro se paró justo al chocar contra la rueda de un viejo carro
de madera. Nick alzó la vista y se fijó en un cartel bastante desgastado
prendido con clavos a la pared del carromato. "Nuevo espectáculo de
marionetas de El Gran Charles Puppett. Lo nunca visto, la magia detrás de los
hilos. ¡Marionetas vivientes! Entrada libre." Nick exhaló una bocanada de
humo que dio de lleno en el cartel. <<Hoy a las doce de la noche en el
viejo teatro abandonado>>
-Así que marionetas vivientes...-Suspiró
y lanzó una sonrisa idiota al suelo.- A Beth le hubiese encantado. Incluso al
idiota de J.J. le hubiese resultado interesante.- <<Y puede que David
también hubiese salido de su odioso agujero>>
Arrancó el cartel de golpe, lo dobló y
se lo guardó en el bolsillo. Esa noche iría al teatro, aunque solo fuese en
memoria de J.J. y Beth. Aunque más por Beth.
-Espero que sea lo suficientemente bueno
como para sacarme todos los problemas de la cabeza.
Cuando oscureció, se puso su gabardina
negra sobre su camiseta también negra y se arregló un poco el pelo rubio
despeinado. Si iba a ir, iba a ir bien. Por un momento pensó en llamar a David
a la librería, pero se echó atrás en el último momento. Sin más, siguió
caminando hacia el teatro abandonado. Llegó a la carrera cinco minutos después,
eso le pasaba por salir tarde de casa. Pero podía volver a la hora que
quisiese. <<Al fin y al cabo no me espera nadie...>> Cuando
recuperó el aliento, miró el reloj y se dio cuenta de que le faltaban apenas
dos minutos para que la sesión comenzase. Se echó una última carrera hacia la
entrada medio derruida y empujó la puerta.
Y entró.
Dentro todo estaba oscuro. Él nunca
había entrado en el viejo teatro abandonado, por lo que se sentía fuera de
lugar en aquel sitio. Pero desde luego no era normal que todo estuviese a
oscuras. <<¿Me he equivocado de fecha? No...Estoy seguro de haberlo leído
bien. Era hoy.>> Caminó un poco hacia al centro de la sala, pero la única
luz que había allí era la de su cigarro. De repente, en medio de aquella
oscuridad, sintió un ligero pinchazo en el brazo.
-¡Ah! ¡Mierda!-Se frotó el lugar
en el que le había picado. Justo en el codo.- ¿Qué narices ha sido eso?
-Oh, tranquilo.-Respondió una voz
desde algún punto indefinido de la sala, muy cerca de él.- Esto solo te dolerá
un poco.
Y luego sintió otro picotazo. Y
otro, y otro. Aquello que le estuviese picando le recorría todo el cuerpo y
lanzaba mordiscos aquí y allá, en las muñecas, los codos, la nuca, las
rodillas, los tobillos... En todas las extremidades, hasta que no quedó un solo
lugar sin picar. Y en ese momento valió un ligero tirón para que ya no tuviese
el control de sí mismo. Sus brazos y piernas se movían por si solas, sin que él
pudiese controlarlas. Comenzó a sudar. Le dolían los sitios donde aquello se le
había clavado en la piel. Le ardían. A cada tirón, a cada movimiento parecía
que le desgarraban la piel, tira a tira. Y ya no era dueño de sí mismo.
<<¿Qué es esto? Por qué... ¿Por qué no puedo moverme?>> Intentó hablar,
pero era inútil, parecía como si le hubiesen cosido los labios. Con cigarrillo
y todo.
-¡¡BIENVENIDAS SEÑORAS Y SEÑORES!!-Sonó
la misma voz amplificada por toda la sala. Un foco blanco se encendió e iluminó
a Nick desde arriba. Sin quererlo, se vio obligado a hacer una reverencia
frente a todo el público. Porque había público. No conseguía verlos, pero los sentía,
sentía sus sonrisas, sus miradas sobre él, juzgándole, divirtiéndose con él.
Como si fuese una marioneta. Se miró y entonces los vio. De él salían unos
finos hilos plateados que ascendían y se perdían en el techo. Y le dolía. Cómo
si no estuviesen prendidos a su carne, sino a su alma. La voz retumbó por el escenario.- ¡¡EL ESPECTÁCULO PUEDE
COMENZAR!!
Y esa fue la primera vez se le cayó el
cigarro de la boca, al tener que sonreír de oreja a oreja.
LITERALMENTE
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