No soy yo.
Soy mi sombra.
Soy un cuervo enjaulado entre barrotes de hueso.
Soy mi propio carcelero.
Soy la fuerza que sacude con violencia mi cerebro.
Soy la espada y soy la rosa,
soy el cielo y el infierno,
soy un ciego sin bastón que conoce su sendero.
Soy un perro callejero.
Mas no importa,
no estoy sola,
hay más almas sin su dueño,
poetas que soplan velas
y avivan sueños de fuego.
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